viernes, 12 de septiembre de 2008
SOBRE LA NECESARIA REGENERACIÓN POLÍTICA
Algunas reflexiones sobre la acción política en la Agrupación Local de Castellón del PSPV-PSOE
Una de las ideas que han cobrado más fuerza hasta el hecho de convertirse en eje del discurso programático del congreso Federal del PSOE es la necesidad de vertebrar la acción política del Partido desde el municipalismo, modernizando y adaptando nuestro discurso a las nuevas necesidades de los ciudadanos de los barrios y los núcleos urbanos de las ciudades grandes y medianas, sobre todo aquéllas en las que la derecha se ha consolidadado en el poder municipal y con él, ha acrisolado un modelo de actuación neoconservador, ultraliberal y populista, instalado en una eticidad lamentable, que ha menoscabado la calidad de los servicios públicos, que ha generado o permitido modelos de ciudad al servicio de intereses opacos y que ha cercenado la capacidad de los ciudadanos en la participación democrática en los asuntos públicos.
Desde el poder municipal, se ha ocupado muy mucho de establecer redes de intereses y mimar y ampliar su base de influencia, lo que le ha permitido obtener buenos resultados electorales y perpetuarse en el poder. Y, mientras tanto, el Partido Socialista ha ido sufriendo, desde la oposición, un contínuo proceso de desvinculación con la sociedad y no ha podido – o sabido – recuperar la conexión social que nos permitan dar el vuelco electoral. Aunque el proceso ha tenido sus altibajos, ha habido momentos que hasta parecía que el estar instalado en la oposición era un cómodo status para ciertas burocracias orgánicas.
Los elementos que condicionan la imagen que la ciudadanía percibe de una opción política, según los manuales, son tres:
La definición y calidad de su líder
La coherencia y valía de los programas y propuestas políticas que presenta, y
El modo que esta opción política en su conjunto tiene para hacerlos llegar a la sociedad.
Los tres elementos son determinantes y de ellos depende la capacidad de incidencia en la contienda electoral.
Si nos atenemos a la situación que hemos vivido en Castellón durante los últimos tiempos, de estos tres elementos definitorios es quizá el último en el que con mayor frecuencia se han vertido las voces críticas, tanto desde la sociedad como entre la propia militancia. Parece que todo se reducía a “no saber vender el producto”. Se dejaban en un segundo cámodo plano la calidad del líder y las propuestas y contenidos que se ofertaban.
En las últimas elecciones municipales nos presentamos a la sociedad de Castellón con un líder nuevo, que generaba simpatía y afección, que era tildado de honesto y capaz de llevar adelante un programa atractivo y renovador, al estilo de los nuevos modos que desde Madrid nos venían.
También fuimos capaces, con mejor o peor fortuna, de elaborar unas propuestas programáticas acordes con el nuevo impulso que queríamos darle a esta nueva etapa. Y lo que fue más oportuno y positivo: se generaron en los meses previos a la campaña electoral y en ella misma nuevas dinámicas de trabajo que nada tenían que ver con la actividad que venía desarrollando el Partido.
Y todo este proceso se sobrellevó en armonía/conflicto con los modos y actitudes prevalentes en la Agrupación Local, los cuales nos han llevado, como todos conocemos, a tres situaciones denostadas:
A la inacción política de una buena parte de la militancia
A la creación de un clima poco agradable de convivencia
Al reiterado fracaso electoral
Apostábamos porque este nuevo impulso generado en la contienda electoral municipal pudiera servir de palanca motriz de una nueva etapa de los socialistas de Castellón que superara poco a poco experiencias pasadas. De hecho, la seguridad que teníamos en el triunfo electoral nos permitía augurar un plus de liderazgo suficiente que impregnara la regeneración del partido a nivel local.
No fue así, y con el nuevo fracaso – una dulce derrota en este caso – nuevamente vimos el peligro de caer en la melancolía política, el sentimiento colectivo de estar codenados a no poder retomar el vuelo.
Ha pasado un año y, lejos de observar resquicios para emprender nuevos modos que enmienden viejos errores, el debate interno que conlleva un periodo congresual, del Federal primero y el actual de País, ha sido sutituído y degenerado, desde la óptica de la militancia y de la sociedad, en una contienda entre personas – precandidatos/as – que aglutinan facciones. Y hemos constatado una vez más que, más allá del posicionamiento político, es el mordisco a la yugular y el enconamiento lo que ha prevalecido las más de las veces en las asambleas, mientras la acción política en la Agrupación y el trabajo ejecutivo se han deteriorado aún más si cabe.
Sólo el equipo municipal, parapetado en el cubículo del Ayuntamiento, ha sabido mantener el pulso político, a la vez que ha ejercido de manera eficaz su cometido.
El Congreso Federal no nos ha aportado líneas de solución, pues todo se ha dejado a lo que concluya el Congreso de País. Me temo que tampoco hemos de esperar de éste nuevos salvadores. Esperemos solamente que, tanto si es el candidato de nuestra provincia, nuestro querido Ximo Puig, el que al final arrostre la Secretaría General, como si es otro/a, los movimientos, alardes y posicionamientos que el precongreso ha producido no obstaculice el tranquilo debate, la emergencia de un nuevo liderazgo con los acuerdos estables que nuestra Agrupación necesita.
No esperemos que ningún grupo apostillado con un “ismo” o un “anti-ismo” tome la responsabilidad de la dirección local: sería nuevamente nefasto. Solamente los militantes con nombre y apellidos, por su valía personal y política, más allá de su filiación real o imaginada, tienen la clave de lo que debe hacerse para sacar adelante nuestro Partido. Más ahora con el nuevo modelo organizativo que vamos a estrenar.
También sería un despropósito que el único caudal político que tenemos actualmente, el equipo municipal, no participara activamente en este proceso, aunque peor aún sería si se pretendiera hacer en contra de dicho grupo. Retomando el municipalismo como eje vertebrador y el liderazgo de los militantes que ahora lo encarnan, podremos, como muchas dosis de generosidad, de lealtad y ganas de trabajo, iniciar el camino hacia el éxito que, sin duda, tendremos dentro de tres años en la próxima cita con la sociedad castellonense.
Si es imprescindible regenerar la acción política en la ciudad, no lo es menos definir correctamente el liderazgo que, de una vez por todas, se va a implantar en nuestro Partido dando a la provincia la sigularidad política necesaria. Y en este nuevo frente que se entrecruza, de nuevo los 'istas' y los 'ismos' cobran protagonismo, no como plataformas ideológicas o estratégicas, sino como referentes de luchas de facción.
El proceso que está viviendo el Partido es, sin duda, el de más calado de los últimos años. Un proceso necesario después de una trayectoria que nos ha llevado a una situación de ahogo. El liderazgo del país, de la provincia y de la ciudad están en juego como piezas interconexionadas de un puzle, lo que añade trascendencia a cualquier decisión que se tome individual o colectivamente. Es más, dada la escasa capacidad de influencia cuantitativa que representa la provincia en la representación de País, la posición que ha tomado el Partido en su asamblea local debe tener una enorme repercusión para su próximo futuro.
En el plano provincial ocurre otro tanto: Calles frente a Colomer. Calles, representante de una corriente llamada 'municipalista', surgida de lo que era el frente 'sevillista'; Colomer, como referente del 'lermismo' provincial, del viejo y del nuevo. Y en este baile de máscaras, hay que ver cómo se emparejan algunos conocidos.
Quizá ése es el gran problema: que cualquier propuesta de liderazgo, al margen de su bondad y proyección política, debe contar con afiliados con mucho camino recorrido que se apuntan a cualquiera de ellas para continuar medrando, sin reconocer que su tiempo ha pasado, que no pueden ser parte de la solución y sí mucha parte del problema. Si esto continúa así, seguiremos enfangados en los mismos lodos de siempre, dándose la paradoja que tanto la derecha como de esas burocracias orgánicas que apuntábamos antes serán los únicos beneficiados.
De una vez por todas, y a las puertas del Congreso, una vez celebradas las asambleas y posicionados los militantes, es hora de que los líderes se pongan a trabajar para el consenso, bajo la batuta de la organización federal. Apostaría por una nueva ejecutiva de País que aupara a Alarte como líder y que integrara a los otros pretendientes: Ximo, Romeu, Ana, Ábalos... Y que definitivamente el bagaje de liderazgo que Ximo ha conseguido en este período le consolide como líder provincial del partido con su tándem Colomer.
En cuanto al liderazgo local, bueno sería que la actual mayoría (escasa y variopinta, pero mayoría) que actualmente se ha ido forjado en torno al sector vinculado al municipalismo, se consolide y se amplíe, porque no nos sirve un liderazgo que surja de la mitad más uno de la asamblea. Será necesario tender manos y dejar a un lado incomprensiones y recelos. Será también necesario ser contundentes en la exigencia de nuevos modos de convivir, dando al mismo tiempo oportunidades a todos los que estén dispuestos a trabajar por el Partido. Actuar con inteligencia y ciudar el lenguaje: que no nos pierdan los discursos. La defensa de proyectos no necesita de ataques velados o expresos al otro. Habrá que apuntar a la valía de las personas más que a las cuotas de facción. Y encontrar un nuevo líder local, pues los viejos no nos sirven. Un liderazgo que debe sustentar, refrendar y fortalecer la acción política del equipo municipal.
Muchos afiliados que han ido dejando por el camino su militancia, y un amplio sector de nuestra sociedad – lo que es más importante - están esperando que el Partido les ofrezca un nuevo marco de acción, un nuevo proyecto que permita pasar página y trabajar para que en las próximas elecciones municipales se ponga fin a uno de los periodos políticos más negros de Castellón.
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