Atónito se quedó el molt honorable cuando Vicente Sus, presidente de la clínica Eresa, una de las más favorecidas por la política privatizadora de la conselleria de Sanidad, les explicó a él, a Rita y a la nutrida compaña, que el equipo de resonancia magnética acabado de adquirir es capaz de determinar si un paciente miente o no de una forma rápida, inocua e infalible. Un equipo de tres teslas que lee los hemisferios cerebrales y refleja los resultados en una simple imagen en la pantalla del ordenador.
Desconocemos – desde nuestra imperdonable incultura médica – cuál es la utilidad de tal aparato en las técnicas diagnósticas; si es para cerciorarse de que el paciente no engaña al facultativo con imaginarias dolencias (ahorrando consecuentemente gastos sanitarios) o si, además, escudriña recovecos de las circunvoluciones cerebrales en busca de ignotas causas de enfermedades mentales.
Pero sí sabemos que a más de uno se le pasó por la cabeza el gran provecho que se le sacaría en otras instancias, como la administración de justicia, o en las comparecencias públicas de los allí presentes y de otros muchos. El caso es que esto mismo debió pensar nuestro president, pues no quitó ojo a la cabecita luminosa de la pantalla por si, en un alarde de sofisticada técnica, le escaneaba telepáticamente y le arrancaba la cruda verdad de sus relaciones con El Bigotes.
Y es que la dichosa cabecita era clavadita a su esbelta fisonomía…