viernes, 26 de febrero de 2010

LAS MISERIAS DEL PRESIDENT


Sin ánimo de mancillar la honorabilidad del ‘molt honorable’ hemos de decir que, según él mismo certifica, se encuentra en una situación bastante miserable. Hablamos de la economía de Camps y de cómo el ejercicio de sus altas responsabilidades públicas, desde sus inicios como conseller hasta su actual estatus presidencial, le han llevado casi a la ruina. Vamos, que no tiene – por decirlo en términos coloquiales – donde caerse muerto.

No debemos dudar de la veracidad de su declaración, y hemos de dar por exactos y precisos – como lo hace la señora De Cospedal – los datos de sus bienes muebles e inmuebles: las dos cuentas corrientes, una de ellas compartida, con un saldo total de 2284 euros; el piso del que es titular al 50%, que aporta otros 55000; un coche de hace 15 años que bien valorado no pasa de los 1500 y un plan de pensiones de 8300. En total, 67262 euros. ¡Pobre hombre! Tras esa imagen impoluta de galán engalanado no hay más que una persona que le viene justo para llegar a fin de mes.

¿Cómo ha podido dilapidar los ingresos de 13 años a razón de 60 000 euros netos al año, más la cobranza de otros cinco años como concejal del Ayuntamiento de Valencia? ¿En qué se puede gastar una persona, por muy manirrota que sea, tal cantidad de dinero? ¿Es que se paga los viajes, las comidas, las invitaciones protocolarias, los regalos… en fin todo lo que conlleva su ajetreada vida pública? ¿Pero no se los hacían a él, los regalos, se entiende? Son nada menos que alrededor de 800 000 euros de ingresos netos, de los que sólo le quedan unos 70 000.

¿Será que, dada su acreditada vocación religiosa, ha volatilizado su patrimonio en dádivas caritativas? ¿O será que, según su ejemplar aire de misticismo vaporoso ha evaporado sus réditos hacia lugares ultramontanos?

En todo caso, mala forma de gestionar su propio patrimonio. Y peor si es el encargado de gestionar el de todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario