jueves, 30 de abril de 2009

LA QUIMERA DEL PEDAL


En Castellón de la Plana – ciudad plana donde las haya – el sueño de que la bici sea un medio habitual de desplazamiento para una buena parte de su población es, hoy por hoy, una quimera, por mucho plan biciCas y otras mandangas que nos quieran vender.
Es una quimera por dos razones: una, porque dista tanto de hacerse realidad que sigue siendo un imposible, un mero constructo utópico. Las bicis son sólo para el verano, cuando estamos de vacaciones y lejos de la ciudad.
La otra razón es porque quienes deciden qué hacer para conseguir tan apreciado objetivo parece que están afectados de quimerismo, ese extraño trastorno genético que se manifiesta como si dos personas diferentes actuaran en una misma corporeidad, con distintos ADNs . Las actuaciones coherentes se mezclan armoniosamente con chapuzas monumentales.
A los hechos nos remitimos. Es cierto que los nuevos bulevares y rondas se ejecutan con una planificación adecuada, incluyendo el carril bici para uso de peatones y bicicletas debidamente diferenciado. Pero como están situados en los extrarradios y no se conectan con carriles urbanos su uso para el desplazamiento diario es prácticamente nulo.
¿Qué sucede en el caso urbano? Superada la sublime ocurrencia de la 'raya-bici', es decir, echados a la basura unos cuantos miles de euros, se pasó a otro plan – llamémosle estrambote – consistente en pintar una bicicleta blanca en los semáforos. De un plumazo el diseñador quimérico convirtió todas las calles de la ciudad en viales de doble uso, para vehículos a motor y para los no motorizados, con la particularidad de que en las paradas semafóricas estos últimos tienen preferencia. Aún no hemos visto a ningún ciclista ejercer tal derecho. ¿Por qué será?
En cuento al programa estrella del biciCas hemos de decir que es un buen intento, pero se queda en nada si sólo se trata de una actuación aislada, pensada más como reclamo publicitario (recuérdese aquella foto de los concejales en bici por la plaza Mayor) que como un apéndice de un plan estructurado y de mayor calado, lo que significa establecer una red de viales de uso preferente o con carril diferenciado, zonas de aparcamiento de bicis seguras, fundamentalmente en los centros educativos, y un programa de divulgación y de incentivación, con atención especial a los jóvenes estudiantes. En fin, una quimera.
Por eso la estadística de su uso es tan pobre: una utilización media diaria del 60% de las 196 bicicletas puestas teóricamente en servicio para una población de 180 000 habitantes, es decir, una bicicleta por cada 1500, o lo que es lo mismo, una bicicleta por kilómetro cuadrado. Como una especie en peligro de extinción.

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